martes, 16 de mayo de 2017

EL AMOR ES UN ESTADO. NO NOS ENAMORAMOS.


Cuando profundizas más en ti mismo, observas mejor la naturaleza, los pájaros,  miras la belleza de las flores con admiración. Miras con los ojos del alma. No etiquetas nada ni a nadie. Eres más consciente de la hermosura de todo lo que nos rodea y con una sensibilidad mayor lo disfrutas hasta el universo.  Así  como es fuera es dentro.  Cada uno de nosotros somos ese universo que nos une y brilla en nosotros.  Si somos conscientes de ello estamos en estado puro.  Vibramos en la frecuencia del amor incondicional.  Es ese lago cristalino donde te ves reflejado como un espejo y no te quedas en la superficie, entras y buceas en él para empaparte de la viveza y pureza que contiene.
El amor es un estado, no tiene nada que ver con nadie más.  No nos enamoramos, somos  ternura. Por supuesto, si eres ésta, estás enamorado  como resultado, la consecuencia  pero el  origen  es que eres amor.
Hay que tomar conciencia de quien eres si no, el miedo te bloquea.   Con el  querer te esparces  y con el miedo te pliegas. Hay quien dice que el odio,  es lo contrario al cariño pero no es así.  Es el afecto  al revés.  Lo que realmente es lo contrario al amor,  es el miedo.  Con éste surgen las dudas, te cubren las sombras, quedas en soledad  y te cierras. La pasión es apertura, luz, confianza, se difumina el recelo y todo lo negativo, lo que te limita. Entonces, te abres al sentirlo, te sientes libre porque  desaparece toda duda, todo apego a sentir y  en la apertura, no hay desasosiego a la soledad.
Todo lo que está fuera está dentro.  El sonido de los pájaros, el sol, la luna, las estrellas,  las flores están en tu interior. Ahí es cuando reconoces tu estado puro y conoces tu cielo interno: el amor.
Los niños no tienen desconfianza porque nacen sin él y  están  en estado puro  pero  a medida que pasan los años se nos mete en la cabeza el mismo por las creencias muertas, la educación  y la moral recta. Pero si le ayudásemos a ser aventureros de lo desconocido, éstos se volverían grandes amantes de la vida.  Esa es la esencia de todo y la auténtica religión porque no necesitas depender de ninguna de ella. Al relacionarte con las personas, percibes en sus experiencias y vida mucho aprendizaje, te transmiten esa adoración  que tienen en su medida. Y es un privilegio aprender de las personas  sin temor. Son la existencia y no son el enemigo. Cada una te aporta algo durante un tiempo determinado. La vida te cuida, te apoya de todas las formas posibles. Se trata de confiar y notarás el cambio. Al creer, aumenta la energía, se abre el prisma y no hay horizontes ni límites. Esa voluntad quiere bendecir a toda la existencia  y cuando vibras en ella te sientes  consagrado, vivo, libre, lleno de ternura y paz.  Y cuando uno se siente en ese estado quiere transmitirlo a los demás.
Somos amor que es ese estado profundo de bendecir a toda la existencia.

Irma Ariola Medina ©  

Foto. Google





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